asfisxia

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4 de diciembre de 2019



miércoles 4 de diciembre 2019
pre-regla en día 24 del ciclo
a 2 días de estrenar HE DEJADO DE ESCUCHAR EL MAR.

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Estoy demasiado flaca.
Tengo los músculos flojos
el culo flácido como las piernas
que están celulíticas y flojas
débiles
y flacas.

Estoy llena de granos
algunos ya son heridas
tengo uno al borde del ojo derecho que es una herida enorme
y que me duele.

Tengo muchísimas ojeras.
La piel de la cara como podrida, como muerta, como si fuese a mudar.

Pienso que no soy tan buena como a veces pienso
ni como actriz
ni como creadora
ni como bailarina
ni como persona

aunque como bailarina siempre siento que soy muy mala
pero creo que hay mucho que puedo aportar, joder.

¿Y si no?
¿Y si realmente no?

Me siento muy sola.
No lo estoy pero me siento sola.
Tiene que ver con este sentimiento víscera-emocional
de la circunstancia.
Tiene que ver con mi cuerpo y su proceso de despertar
necesita vaciarse,     ya lo dices tú, Virginia.

Necesito vaciarme.

Todo este mes que llevo a cuestas en mi vientre.

Me estoy tomando un café para que se junte con todo lo que ya llevo dentro
hay algún que otro café
hay lágrimas de emoción y hay tristeza
hay una sonrisa de baile
y todo lo que tú me has provocado.
Hay el amor que te siento cada vez más fuerte.
Hay un primer bebé que nace pronto.

Anoche tuve un ataque de ansiedad. Fue muy leve, pero ahora puedo identificarlos con facilidad.

Me gustaría huir un par de días antes de un estreno
siempre me pasa, creo,
ir a la playa
ir a Canarias
bañarme en el mar
caminar en falda y sujetador
descalza.

Notar el Sol.
Notar el Sol que ahora me falta.

Poder volar.

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04/12/19 2.0

Me estoy buscando.
Esta fase me ha dado por hacerme fotos.
En realidad solamente ayer y hoy.
Para buscarme.
Para encontrarme.
Estoy en todas partes.             Me lo han dicho.

Ayer le dije a Arantxa que me da temblor compartirme reciente y que me encanta compartirme pasada. Hoy le doy vueltas a cuán real es esto, o si realmente hay tantísimos factores de los que esto depende.

Hoy he escrito cómo me siento, a trocitos, en mi blog.
(Esto es mentira. Escribo en este papel. En este a máquina no, en otro, a mano. Pretendo subirlo a mi blog. Hoy quiero compartirme.)
A trocitos porque no todo siempre puede expresarse por escrito.
A trocitos porque muchas veces –por no decir siempre- hace falta un reposo de lo plasmado.

Me he reposado un ratito.
Me he duchado y me he dedicado el abrazo que necesito.
He frotado de mi cuerpo la Sal que me sobraba.
Justo antes, como una flor, he dejado que el agua me regara y he crecido.
Lo he notado en mi cuerpo.
Al salir seguía flaca
pero por dentro…


Sin reposo me comparto aquí que nadie me lee,
dejando que cualquiera pueda leerme, a sabiendas de que no cualquiera lo hará.
Tú no eres cualquiera.
Tú, que me lees.

No sé por qué acabo de recordarme a mis abuelas
quizás la letra
o más probablemente hay algo intrínseco-heredado que tengo aquí y me sale ahora por los dedos de las manos.

Tú más que nadie vas a estar conmigo sobre el escenario, Mercedes.
¿Te imaginas que un día saco un libro, Rosario?

Quiero llorar y no me sale.
Respiro.
Se me calienta la frente y se me carga la mandíbula
he terminado el café.

Me he obligado a escribir porque a veces dejo todo el flujo de pensamientos en el cerebro y se me carga
y baja al pecho
y se aborotona
(no sé si existe esta palabra
pero mis sentimientos se aborotonan).

Miro el cielo
es otoño.

Me juzgo.

Está bien así.

Estoy bien así.

Demasiado flaca.

4 de noviembre de 2018

Dar gracias a la familia.

Te convocan para una reunión en el Español de un día para otro y de pronto tienes entre tus manos un bebé inmenso al que acariciar y cuidar para que crezca lo más sano y fuerte posible.

Hay momentos en que algo en tu vida se estanca de una manera u otra, con más o menos motivos. Sientes que te falta algo y que nunca llegará el soplo de aire que necesitas.
Y de pronto, llega.

Llega Cristina llamándote por teléfono un viernes por la tarde para decirte que, aunque ninguna de las dos lo sepamos todavía, pronto seré su madre y será alucinante. Que reirá y me abrazará como nunca imaginamos, confiará en mí y nos lanzaremos al vacío juntas, seré su aprendiz y su discípula, nos mostrará el futuro y desearemos vivir en él.

Llega Enka con la sonrisa más bonita que puedo recordar cada vez que viajo al Limbo, y con un arsenal de abrazos de esos que cicatrizan todas las heridas. Me engendrará Alma en su propio vientre e intentaré estar a la altura, y me descubrirá con sonrisa de niña Candela abriéndome el pecho para entrar en ella.

Llega Rubén con una sonrisa de esperanza que no quiere terminar de salir por si acaso se gafa (pero se escapa), y con confianza ciega coloca en tu pecho a Alma, la niña más bonita de todos los tiempos, con 13.700 millones de experiencias por vivir, mariposas revoloteando por todo el cuerpo, mirada de caramelo y el nudo en el pecho más grande del Universo.

Y poco a poco van llegando todas las luces de este baile de disfraces, cada uno de los cinco elementos que resultaron ser mogollón más, las vidas que se escondían tras cada personaje:

Úrsula resulta ser la mujer fuerte y sensible que tanto ansié ser. La mujer que te enseña sólo mirándote, con la que conectas al primer instante, la que te libera del Limbo para darte una realidad mejor. Adoptará criaturas que jamás terminarán de agradecérselo suficiente y que se encargarán de tener siempre un café pendiente.

Dark, con la sonrisa de luz más brillante de la fiesta, pasa a ser el padre que siempre quise tener, un hombre de referencia y un maestro en mi camino. Me proporciona la confianza y la paz para afrontar la prisa de la creación, y me invita a nunca callar mi palabra sin darse cuenta.

Antoine me hace bailar con acento francés cuando el cuerpo se lo pide, y me remueve por dentro con cumplidos mientras admiro enormemente la pasión por el trabajo que cada día suma.

Ernesto me abraza y columpia la risa en cada mínimo atisbo de caída, con el vuelo del aire en la boca mexicana y el vuelo del aire en los respiros del agobio.

Beatriz me sorprende un poco más cada día, mostrando a pequeñas gotas la inmensidad que esconde su mirada. Me deja ser su Alma. Me reconstruye mientras canta y al olor de la hoguera me reconcilia conmigo, con las mías y con las nuestras. Provoca el clic que nos hace falta y me confía sus temblores mientras cuida de sus fantasmas con una sonrisa.

Electra llegará tarde porque lo bueno se hace esperar, e iluminará mi camino en este viaje. Guardará el cariño de un trillón de ángeles y volará tan alto que dejaremos de verla, pero nunca dejaremos de sentir que está. Nos prometeremos un reencuentro aventurado en su ciudad natal o en cualquier lugar del mundo, porque hay almas que se unen y no se separan.

Elena me mostrará la lágrima desde el primer instante, me enseñará la fragilidad de la valentía y sus capacidades. La elegancia en una imagen, la mujer inquebrantable.

Ahorcaré mi ser en el Ahorcado. Me desnudaré ante sus palabras para darles vida lo mejor que sé. Compartiremos preocupaciones y necesidades y me regalará siempre belleza en cada gesto. Será también otro maestro. 

Kowalski descuadrará mis prejuicios y cada día me resultará más fascinante. Seré magia a su lado y me sentiré aún más pequeña en el mejor de los sentidos.

Max tocará las teclas universales con menos conciencia de la que cree. Me regalará junto a Beatriz la más pura emoción del enamoramiento. Me dará las alas y me anclará a la tierra a partes iguales para que no deje de volar sin recordar de dónde vengo.

(Esto último es algo que comparten varias luces en su efecto-reflejo a mi plexo).

El Mayordomo me dará la mano, haciéndome creer que es la simple marca del momento, y no me soltará ni un segundo en este viaje. Tendrá siempre guardada una sonrisa para mí, con la ilusión de un niño con máscara nueva; hará que aprenda de él sin darme cuenta, y me abrazará con todas sus fuerzas sin apenas rozarme. Compartiremos el duende y lo sacaremos a bailar continuamente.

Nos acompañarán siendo refugio Beatriz, Guillermo, Chema y Óscar. Tendrán siempre un abrazo para nosotras, una sonrisa en el pecho que contagiarnos, el alimento del cariño de un hogar.

Darán color y forma a todo esto Ana y Olga, Paco y Pedro, con todo un equipo detrás de cada una, y un millón de almas jóvenes ilusionadas que servían copas, dulces y daban vida en cualquier atisbo de oscuridad.

De pronto, un personaje impecable y apasionante se aloja en mis manos, y mientras le intento dar la mejor vida que sé darle, Alma se encuentra en una historia fascinante, y se ve rodeada de un equipo impecable, y apasionante, del que no puedo parar de aprender y al que no puedo dejar de agradecerle cada segundo que hemos compartido.

Por una eternidad de bailes más.



Os quiero de aquí al Limbo, como mínimo.

28 de julio de 2016

Hoy he leído una carta de alguien a quien no leo, porque no me gusta cómo escribe,
hacia alguien que no conozco, o quizá ni exista.
La he leído porque tú, en algún momento, dijiste que querías que te la leyeran, la llamaste poesía y deseaste ir a verla.
Como si la poesía no pudiera verse en todas partes.
Como si la poesía pudiera ser cualquier cosa.
Cualquier carta.



Hola. No tengo ni idea de si esta carta va a llegarte. Ni si seguramente nunca la leas, o seguramente sí. Es cierto que hay cosas que nunca voy a contarte, pero son muchas más las cosas que aún no te he contado, y eso me parece mucho más interesante.
Esto no es un poema, pero podría estar lleno de poesía sólo por estar dirigido a ti. Seguro que conoces la diferencia, y si no es así, ven y la descubrimos juntas.
Cuáles son mis canciones favoritas es algo que nunca sabrás porque ya sabes que no sé elegir favoritos entre tantas cosas buenas. Aún no te he comprado flores, porque no sé cuáles te gustan o si las detestas, y yo siempre he sido más de dibujarlas que de regalarlas. Aunque no tenga ni idea de dibujar.

No puedo arrancarte el invierno porque siempre ha sido verano desde que llegaste, y no hablo en absoluto de estaciones, sino más bien de temperaturas. No sé cuánto tienes que ver tú en esto, sólo sé que ha habido atisbos de invierno que he sabido curar con tus acordes. Que si las islas desiertas son el lugar donde descansar de los miedos, tú debes de estar hecha de arena y llenar de mar a todo el que pruebe tus labios. Y yo debo de ser oceánica, y estar quedándome seca por no tenerte.

Y aunque tú no lo sepas -como dice la canción- en tu voz suena mucho más bonita, y parece cierto todo aquello de haberte inventado mi nombre, o las ganas de enviarte esta carta sin remite por si no llega y se cruza en vidas ajenas, o se pierde entre tantas otras. Pero aquí, que no vuelva. Que aquella noche pude huir a otros brazos y quise quedarme en los tuyos porque un cactus que esconde su escudo puede conmigo. Y Madrid dormida sonríe más bonito cuando tú la sueñas despierta. Y que cuando llueve no me acuerdo de ti, porque si estás tú la sal no llega a tiempo.


Esto es todo lo que yo sería capaz de leerte a modo de carta, si algún día fuera capaz de enviártela. Incluso dejaría que lo llamases poesía si se te antojase, como si de un espejo en el que te miras se tratara. El resto de latidos que bombeo cada vez que recuerdo cómo me miras, los guardaría aquí dentro para cobrártelos de otra manera.

Claro que están bien las palabras, y son bonitas las cartas, y no pides casi nada cuando pides que te lean, porque nadie debería dejar pasar nunca la oportunidad de recitarte.

Pero tú y yo tenemos aún mucho que reconocernos, y no hay literatura suficiente para describir todas estas ganas.

Al próximo olvido invito yo.

Hay nudos que no se desatan, incluso antes de enredarme del todo.

Incluso, antes
de odiarnos de más.

7 de marzo de 2016



He mirado a las mujeres con los ojos de quien nunca las miraría de esa forma.


Mientras, miraba a los hombres con los ojos de quien busca al príncipe azul de Cenicienta
creyéndose mejor que ella
y que cualquier otra princesa.

He buscado en los hombres la inocencia y madurez
aparentemente imposible
e inexistente
y la encontré,        no creáis.

Me han gustado los hombres con sonrisa de niño
despreciando machichulos aparentemente seguros de sí mismos
con cuerpos de chocolate y altos como las Torres Gemelas
porque siempre supe que este avión
nunca acabaría chocándose contra ellas.

Me he tocado con porno lésbico desde que sé que existe
y nunca me ha excitado ver hombres sometiendo a mujeres
y mujeres finjiendo disfrutar con ello
      -disculpad que generalice-.

He amado a un hombre con el que aprendí la fragilidad que se esconde tras las pulseras de pinchos.
Un hombre que juró hundirse si yo le dejaba por una mujer.

Y ahí está:
vivito
coleando
y dejándose llevar por cualquiera que se le pone delante.

El mismo que lo pasaba mal porque sus mejores amigos se reían de él cuando no follaba.
Con una mujer.
Claro.


He mirado a las mujeres con ojos de quien nunca las miraría de esa forma.
Porque me enseñaron que las cosas eran así.

He mirado a los hombres con los ojos de quien busca al príncipe azul de la Bella Durmiente
porque leí cuentos
en que la vida plena consistía en eso.
Encontrar un príncipe azul que cuidara de ti, princesa.
Y a mí que nunca me gustaron.

Contra todo pronóstico
me he fijado en los hombres que lloraban en público y me dedicaban palabras bonitas
porque encontraba en ellos algo distinto
que siempre me ha gustado.

He mirado a los seres humanos
como un día me dictaron que tenía que mirarlos.
La vida
con ojos de ser humano
colectivo
y social.

Pero yo nunca encajé en ese concepto,
porque miraba a los ojos en lugar de la nada,
y a veces encontraba vacío
pero otras, meteoritos
y primaveras.


Ahora miro a las mujeres con los ojos de quien ama
porque he descubierto todo lo que amarlas esconde.

Imagino sus cuerpos con la boca
de quien siente necesidad de morder
todo lo que se lleva a las manos.

Miro sus ojos
como quien observa el mar del norte
un día de tormenta.
Buscando naufragios para convertirme en paracaídas.

He mirado a las personas en busca de detalles que les identificasen,
he aprendido que hay que acariciar pulmones en cada mirada,
compartir oxígenos
como plantas sin fotosíntesis.

He aprendido que siempre supe dejar que cualquiera me arrancase un suspiro
a pesar de que el resto me dijera quién debía arrancármelos
porque siempre quise que fuera así.

Ahora he aprendido que sé amar cada rincón del planeta
y de los universos que hay detrás de cada piel.

He aprendido a mirar
como si cada segundo tuviera que erizarme la piel
y lo he logrado.


Miro a las mujeres con ojos de quien siempre supo mirarlas con esos ojos
pero nunca se dio cuenta
porque ninguna se le había puesto delante
y se había dejado mirar.

Vivo
con los latidos
de quien mira las pulsaciones
como un jodido milagro.

Y me maravillo
como si alguna vez hubiera tenido fe
en algo.

O en mí.


03 de febrero de 2016 

29 de enero de 2016

Vómito.

Tengo muchísimas ganas de decirte que te quiero.
Necesitaba escribirlo en algún lugar público en el que supiera que no lo leerías pero que había posibilidades de que sí lo hicieras.

Tengo ganas de decirte que todo esto es sólo un drama que nos hemos buscado sin ningún motivo, que estamos sacando las cosas de quicio, que hemos perdido los papeles porque nos hemos vuelto tan locas la una con la otra que hemos olvidado por dónde coger las cuerdas y nos las estamos cargando, pero que aún pueden hacerse nudos para que sean más fuertes y no se rompan jamás.

Tengo ganas de decirte que siento que estamos haciendo las cosas mal porque se nos olvidó cómo se hacían bien y necesitábamos algunas hostias para darnos cuenta de que esta es la buena.

Tengo ganas de decírtelo, cariño:
esta es la buena.
Y te quiero.

El resto de personas del mundo conciben los años en cuatro estaciones y nosotras concibimos la vida en sólo una.
Tengo muchísimas ganas de decirte que sé que me quieres, de gritarte que SÉ QUE ME QUIERES, de gritarte que estoy enfadada contigo por ponerte un escudo contra el dolor y darte a entender a ti misma que no me quieres, o que no quieres seguir viviendo en primavera, o que no te merece la pena, o que siempre va todo a peor cuando somos nosotras las que nos empeñamos en tirar piedras.

Quiero decirte que sí, joder, que me tiembla la vida cuando se trata de ti, que hago el ridículo sobremanera cuando tengo miedo, que quedo fatal, siempre, que me arrastro, que lloro más de la cuenta, que me da miedo gritar y acabo hablando en bajito soltando gilipolleces que hacen daño y ni siquiera se oyen bien.

Que sí, joder, que soy un puto saco de defectos.

Pero te quiero, coño.
Te quiero.

Y sigo estando dispuesta a todo por ti.
Y aunque hayas tenido ciertas cagadas sigo estando dispuesta a todo por ti.
Y aunque tú no lo estés por culpa de mis cagadas, yo sí, sigo estando dispuesta a todo por ti.

Insúltame ridícula y escúpeme orgullo para que me trague tus babas. Adelante, hazlo.
Pero seguiré sin poder evitarlo: estando dispuesta a todo por ti.

Al menos por ahora.
Al menos mientra siga habiendo alguna flor, incluso cuando hiela.